Muchos médicos se enfrentan cada año a un
temible y gigantesco examen. Se trata de un examen con 250 preguntas tipo test
en las que puede aparecer cualquier aspecto de la medicina. La finalidad del
examen es ordenar a los médicos para elegir una especialidad médica. La competencia es brutal.
El
examen tiene lugar en enero o febrero. Los opositores empiezan por estas calurosas fechas a ser conscientes del volumen de teoría al que se enfrentan y el
esfuerzo titánico que deberán realizar para alcanzar la especialidad deseada.
Aunque se trata de un examen bastante
objetivo, éste es incapaz de medir cualidades importantísimas que definen a un
médico. Por ello me gustaría lanzar un mensaje positivo a aquellos opositores
que bajan su autoestima y motivación si las notas son bajas. Por otro lado este post también es
un mensaje para que aquellos con notas magníficas no se duerman en los
laureles.
Conozco muchos ejemplos de estudiantes
brillantes con números muy buenos en el examen MIR. En un porcentaje nada
desdeñable, estos colegas llegaron a un servicio, no interaccionaron con sus
compañeros; fueron torpes para el trabajo en equipo; la competencia les nubló
la vista; fueron incapaces de soportar la enorme presión de la toma de
decisiones; jamás miraron a un paciente a los ojos…

Dr Pedro M Losa.
Cirujano Oral y Maxilofacial.
Muy de acuerdo.
ResponderEliminarNo creo que el MIR sea la prueba más dura (por cierto, ahora tiene 235 preguntas). Pero creo que no llega ni siquiera a medir conocimientos teóricos. Mucho menos es capaz de medir la cualidad de un médico como tal. Su capacidad de empatía, su capacidad de aplicar la teoría a la práctica, su capacidad para ser resolutivo y la suficiente humildad necesaria para seguir estudiando.
Solo soy R1, pero también me voy dando cuenta de lo poquito que significa el número MIR en esos aspectos.